jueves, 1 de abril de 2010

Crisis de ansiedad



Salí de la consulta de mi médico de cabecera y me dirigí a Salud Mental, como él me había indicado. Al llegar allí pregunté si sabían algo de la cita que esperaba porque, después de varios días, no se me había llamado y habían quedado en hacerlo. Y, como ya va siendo habitual, me volvieron a decir “ya te llamaremos”, a lo que yo le respondí a la señora que me estaba atendiendo: “no puedo seguir esperando, necesito terapia con urgencia, por favor, mire qué puede hacer por mí”. Yo… lloraba, y cada minuto que pasaba sentía que la ansiedad se incrementaba y me iba faltando el aire.

Esta señora se marchó a buscar mi expediente y volvió acompañado de un señor, su jefe supongo, el cual me dijo: “Aquí no te podemos atender porque no tienes cita y tu psiquiatra no está hasta dentro de una semana. Cuando ella llegue se te dará una cita, pero no sabemos para cuando, así que tendrás que esperar. Vete a Urgencias porque aquí no podemos hacerte nada. Te voy a ser sincero y directo: no te vamos a atender, lo entiendes, ¿verdad? Aquí, no te vamos a atender.” Esas fueron las palabras que me soltaron en Salud Mental y este suele ser el trato que me dan en la Inseguridad Social.

Así que marché a Urgencias y esperé mi turno escondiéndome de las miradas de la gente. Me atendieron: cuatro minutos de consulta en los que la doctora me dijo que, por todo lo que me estaba pasando, era muy normal que estuviese como estoy. Y, después de darme una pastilla para que me fuera más relajada, me hizo mucho hincapié en que me pagara un psicólogo y no esperara a que me llamasen de Salud Mental. Unas pocas palabras, una recomendación para ricos y una pastilla debajo de la lengua… ¡ea, para casa a descansar!


En resumen, de un lado para otro, de la consulta de mi médico a Salud Mental, de allí… a Urgencias. Y todo para darme una pastilla y mandarme a casa, sin antes haberme dicho que me pague yo de mi bolsillo algo que la SS me debe proporcionar. O sea, que tantos años trabajando y cotizando sirven para que luego me tenga que buscar un médico de pago que no podré pagar. Más que ayudarme, lo que consiguen en Salud Mental es que mi situación empeore, sintiéndome rechazada por quien, supuestamente, debería ser el bastón en el que me apoye para empezar a caminar hacia mi recuperación.

¡Qué vergüenza de sistema sanitario!