miércoles, 31 de marzo de 2010

Un antes y un después.



¿Cómo explicar lo que siento y soy en estos momentos? Generalmente no encuentro palabras, sólo emociones que no acierto muy bien a expresar.

Siempre fui una excelente comunicadora: todas las evaluaciones laborales por las que pasé (test, entrevistas con psicólogos y pruebas psicotécnicas) lo avalaban. Mis jefes, mis amigos y mi familia estaban ahí para corroborarlo.

¿Qué pasó conmigo? ¿Qué fue de mi forma de ser, de mis cualidades para gestionar negocios, de mi don de gentes, de mi capacidad innata para motivar a mis empleados y a todo el que me rodeaba? ¿Qué pasó con mi alegría, esa que, sin darme cuenta, trasmitía y que mi entorno recibía sintiéndose feliz y orgulloso de tenerme? ¿Adónde fue a parar mi capacidad para resolver problemas en situaciones límites? ¿Qué fue de mí tal y como yo era?

Existen circunstancias en la vida de cada individuo que pueden cambiar su personalidad hasta el punto de no tener nada que ver con lo que un día fue, y este es mi caso.

Hoy en día soy alguien que depende de la ayuda de los demás en muchos aspectos de mi vida y esto es muy duro de reconocer después de haber sido una persona autosuficiente, alguien muy útil y competente al servicio de los demás.

Y ahora… ahora no sé hacer otra cosa que llorar. Llorar por mi inutilidad, por perder a seres que amo al no poderles dar lo que día tras día han necesitado. Llorar por la muerte del que fue mi hijo aunque no lo parí, el que estuvo sus diez años de vida a mi lado, sin separarse un instante de mí, cuidándome, dándome calor, apoyo… compañía. Llorar por sentir que todo aquel que me quiere sufre al ver cómo se me desmorona todo, cómo se deshace todo aquello que tanto me costó construir. Porque mi sufrimiento se convierte en su sufrimiento y mi dolor es su dolor, y me siento tan culpable, taaan culpable…

Y me dicen que me lo guardo todo para mí y que debo exteriorizar lo que siento. Quizá por ese motivo me decidí a abrir este blog: para expresar mis sentimientos.

Me horroriza la idea de dar pena, ya me cansé de escuchar últimamente eso de “pobre chica, que mala racha lleva”. Así que por ellos, por los que me aman, tengo que ser capaz de remontar. Sinceramente, creo que me va a costar muchos esfuerzos y bastante tiempo, pero tendré que conseguirlo y, para ello, deberé poner todo mi empeño, tomando la ayuda de los que me rodean y buscando los profesionales adecuados que me guíen en este triste y arduo camino.





Uuff... me va a costar...